Escribir, anotar, hacer garabatos es para mi como el saco lleno de arena que usan los boxeadores para practicar, pero en este caso en lugar de soltar golpes con las manos, suelto pensamientos, ideas y también le doy visibilidad a mi ignorancia. Cuando escribo me doy cuenta que hay muchas cosas que creo saber pero en el desarrollo de un concepto me encuentro que sólo lo entiendo superficialmente o de plano ni siquiera sé como se escribe correctamente. Este es el caso de la palabra del título de lo que escribo aquí. Al empezar a escribir pensaba que se escribía “Ponching”, con o en lugar de u. Es un ejemplo muy simple de ortografía pero también me sucede con conceptos científicos, matemáticos, filosóficos, literarios, culturales, etc. Nombra un área del conocimiento humano y encontrarás que mi conocimiento es limitado.

La ignorancia tiene valor, no sólo como una cualidad de quien la reconoce, si no como un motivo más para seguir aprendiendo durante toda la vida.

Escribir me ayuda a descubrir mi ignorancia pero también guía mi curiosidad. No saber algo y que eso me parezca interesante me lleva a investigar, a hacerme preguntas, a buscar quien si sabe, a leer artículos, libros, a ver vídeos, a intentar construir conocimiento a partir de lo que no sé. Suena raro pero así aprendemos cualquier cosa, lo hacemos a partir de un andamiaje enclenque, a partir de saber muy poco, pero si somos curiosos podemos fortalecer los cimientos de la base y a partir de ahí creamos conexiones, puentes hacia más ignorancia pero también hacia un poco más de entendimiento de lo maravilloso que es el mundo en el que vivimos, lo extraordinario que es el cerebro humano.

Todo aprendizaje empieza a partir de la ignorancia por ello es importante reconocerla y hacer algo al respecto. El suponer que ya sabemos algo bien puede llevarnos a la obsolescencia mental. Siempre hay algo nuevo un poco más en el fondo o un poco más arriba.